Más de cuatro décadas y media con el tenis como forma de vida han llevado a José Altur a convertirse en uno de los mejores entrenadores, reconocido por una inagotable pasión y un conocimiento único, el valenciano trabaja incansablemente en la formación de nuevos jugadores en la Lozano-Altur Tennis Academy, donde ha dirigido a jugadores como Igor Andreev, David Ferrer, Taro Daniel, y actualmente, Timofey Skatov.
Nacido en Valencia en 1968, José Altur conoció el deporte de la raqueta a los seis años, para más nunca separarse de él, una carrera que tuvo 10 temporadas como jugador profesional y que ahora vive desde afuera, como entrenador con la misma, o quizá, más pasión. “Son etapas. La etapa de jugador ya pasó, la etapa con Andreev ya pasó, la etapa con Taro ya pasó… todas son buenas, pero no las echo de menos. Lo único que necesito es adrenalina, ese puntito que te da la competición. Todos los que hemos jugado lo llevamos en la sangre, por eso luego nos metemos en este follón que es entrenar”, reconoce el director de nuestra Academia.
Como jugador profesional José Altur estuvo entre los 100 mejores del mundo en una época muy dura para el deporte blanco, donde la economía del tenista no es la misma de hoy. Aunque confiesa haber disfrutado como jugador, José Altur disfruta más su rol en el banquillo en la actualidad. “Era otra responsabilidad. También tengo que decir que, como entrenador, los resultados fueron mejores que como jugador, entonces he vivido cosas mejores entrenando que jugando”, detalla en una entrevista que compartió el portal Punto de Break.
Doce veces inscribió su nombre José Altur en el cuadro principal de un Grand Slam, llegó a ser Top 90 y alzó un título ATP cuando se consagró en San Marino. Sin embargo, la complejidad del tenis no ha cambiado a lo largo de los años, siendo una profesión durísima y de la cual se hace más que difícil vivir. “Orgulloso estoy, pero en mi época el hecho de ganar un ATP, o estar entre los cien mejores, apenas te daba para vivir”, confiesa. “No daban los mismos premios que ahora. Antes igual ganabas 40.000€ en un año y eso ahora te lo dan solamente por jugar Roland Garros. Antes era todo más complicado, los aviones eran mucho más caros, ahora te coges un Ryanair y por muy poquito están en cualquier país. Recuerdo irme un año al Open de Australia a jugar la fase previa y el billete de avión me costó 2.000€. El premio por jugar la primera ronda eran 2.000€. Ibas a un Open de Australia y perdías dinero”, recuerda.
En su momento como jugador activo, José llegó a enfrentarse a jugadores como Courier, Chang, Krajicek, Woodforde; una década de mucho aprendizaje que le dio una enorme experiencia, conocimientos y que lo condujo a una nueva etapa. En 1995 colgó la raqueta para asumir un nuevo rol, que comenzó a los 27 años tras evaluar el sacrificio que hacía para competir en el circuito profesional. La compensación económica no era suficiente, y aunque tenía una clasificación decente, los números no daban.
Una nueva visión dentro de la cancha
Sin soltar la raqueta, Altur evaluó su futuro, consciente de que existían más formas de ganarse la vida en una cancha de tenis. Jugó interclubes y torneos nacionales en Alemania, pero tiempo después encontraría se gran vocación, enseñar. “Monté la Academia TennisVal con Pancho Alvariño en una época donde estaba despuntando Marat Safin, entonces se dio una afluencia muy alta de jugadores rusos que pasaron por aquí. Todos querían ser como Safin, hasta que apareció Igor y le vi. Un buen carácter, buenas maneras, llegó a España con 14 años y hasta los 16 estuvimos viajando en grupo, pero un día pegó el salto y subió un escalón. Con 17 ya necesitaba a una persona más cerca y fue cuando empecé a dedicarme exclusivamente a él”, explica sobre sus comienzos.
Muchos y destacados jugadores profesionales han viajado a España para entrenar, para crecer y despegar en sus carreras, buscando un sistema exitoso que ya ha producido campeones, reconociendo el éxito de la visión de esta Academia. Cuenta Altur, quien encabeza el equipo de trabajo junto a Pablo Lozano, que los jugadores deben especializarse en tres o cuatros cosas en las que son buenos, “muy simples, muy básicas. El que viene a España sabe a lo que viene, el porcentaje de tenistas españoles en el top100 es el más alto en los últimos años, con lo cual el sistema es bueno. Hay otros sistemas, puedes huir de los puntos y jugar todo muy rápido, pero no es el nuestro. Para jugar ese sistema tienes que ser más alto y tener un perfil más sacador”, detalla.
Su metodología, cuenta, busca expandir la inteligencia del tenista, enseñarle a jugar a los sitios correctos, a saber seleccionar las jugadas y decidir en la bola correcta cuándo cambiar la dirección, estableciendo un tenis ordenado. “La pista es muy grande y parece que haya unos huecos durante los puntos que realmente no existen, aunque visualmente los veas, luego no es fácil ejecutarlo”, confiesa quien lleva más de 45 años con el deporte blanco como forma de vida.
Aunque el tiempo y los jugadores han cambiado, las ganas de seguir entrenando son las mismas para José Altur. Actualmente dirige a un ex número uno del mundo junior, Timofey Skatov, con quien recorre la geografía nacional e internacional, buscando superar, por muy complicado y exigente que sea, los éxitos que ya ha tenido en el pasado. “Me queda seguir intentando llevar a los chavales a la élite, o a lo máximo de sus posibilidades. Ya te digo, la adrenalina es la que mueve todo. Cuando ellos juegan, yo juego. En el momento que pierda eso, lo dejaré y me dedicaré a dar clases a niños pequeños. De momento, todavía pienso que sigo jugando”.